lunes, 20 de mayo de 2013

XXII

No puedo más,me duelen bastante las piernas,¿Cuanto tiempo es que llevo caminando?.
No logro recordar más que las madrugadas cuando aun era un chiquillo y mi madre tiernamente me levantaba y preparaba el desayuno.
Sólo se que es tarde,muy tarde o muy temprano.
Quiero parar,deseo parar pero mis piernas no dejan de moverse y mi respiración se agita más con cada paso dado y escucho el eco de estos mismos,el eco de cada uno de ellos sonar y retumbar por toda esta infinita calle.
Alcanzo a distinguir a lo lejos,muy a lo lejos una tenue luz dada por una grande,vieja y muy distinguida lampara,luz la cual es en su mayoría robada y derramada sobre un reloj muy de época haciendo que este proyecte una enorme y espectral sombre sobre el camino.
Estoy exhausto,comienzo a sudar mientras que mi frente y mis manos hielan.
Sin avanzar siento que estoy cerca del final de este recto laberinto,pero ahora con casa paso que doy siento como mi pecho se sofoca y me falta el aire.
-¡Dios! ¡Por favor!- Sollozo al aire mientras irremediablemente sigo avanzando.
Los segundos parecen horas y estas mismas son evos de tiempo que he llevado deambulando por este camino.
Pero lo veo,ya lo veo,justo detrás de aquel reloj sin agujas está la esquina.
La sensación de dolor,el eco,mi respiración y terror están más fuertes que nunca.
-¿Qué pasa?- Me pregunto desesperado y con gran horror al observar como mis piernas sangran y titilan completamente paralizadas al pie de la esquina,esquina tal cual túnel sólo oscuridad proyecta y no se ve nada más.
Ya no tengo aire,mi pecho se contrae,siento que caigo en el abismo,caída sin fin.
Ahora me levanto con la cabeza sangrante,gran dolor,volteo a todos lados y me doy cuenta...
De nuevo estoy en el comienzo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario